En un hecho sorpresivo, el secretario ejecutivo del Instituto Nacional Electoral (INE), Edmundo Jacobo Molina, anunció este martes su renuncia irrevocable al cargo que ocupaba desde 2008. Jacobo Molina era el responsable de la operación y administración del organismo electoral, así como el representante jurídico del mismo.
¿Qué motivó la decisión de Jacobo Molina? Según él mismo explicó en una conferencia de prensa, se debió a la politización de las actividades técnicas y ejecutivas del INE, que fueron objeto de ataques y señalamientos por parte de algunos actores políticos durante el debate sobre la reforma electoral impulsada por el presidente Andrés Manuel López Obrador.
El secretario ejecutivo dijo que su renuncia era para evitar que su persona se convirtiera en un factor de división o confrontación en el INE, y para facilitar que la próxima consejera presidenta, que será elegida por el Congreso de la Unión, pueda trabajar con un equipo de su confianza y sin presiones externas.
Jacobo Molina aseguró que se va tranquilo y con la frente en alto, pues durante los 14 años que estuvo al frente de la secretaría ejecutiva cumplió con su deber y defendió la autonomía e independencia del INE. También agradeció al consejero presidente Lorenzo Córdova y a los demás integrantes del Consejo General por su apoyo y confianza.
La renuncia de Jacobo Molina se suma a la salida de Córdova y de otros tres consejeros electorales: Ciro Murayama, Adriana Favela y Roberto Ruiz, cuyos periodos concluyen el próximo 3 de abril. Esto implica una renovación profunda del INE, que tendrá que enfrentar los retos de organizar las elecciones federales y locales de 2024, así como garantizar la certeza y legalidad de los comicios.
La renuncia de Jacobo Molina ha generado diversas reacciones en el ámbito político y social. Algunos han reconocido su trayectoria y su aportación al fortalecimiento de la democracia en México, mientras que otros han cuestionado su gestión y su papel en el conflicto entre el INE y el gobierno federal. Lo cierto es que se trata de un acontecimiento relevante para la vida institucional del país, que abre interrogantes sobre el futuro del INE y del sistema electoral mexicano.