Tenemos una entrevista con el poeta y ensayista guanajuatense Pedro Mena Bermúdez (León; Guanajuato. 1982) Estudió la Licenciatura en Filosofía en el Centro de Estudios Filosóficos Tomás de Aquino. Ha sido becario del PECDA Guanajuato en el área de Literatura (poesía) en 2005 y 2008, como Joven Creador; y en 2017, como Creador con Trayectoria. Becario del Instituto Cultural de León en 2007 y 2017, en el área de Producciones Editoriales. En 2017 y 2019 fue becario del Sistema Único de Becas Estatales EDUCAFIN, en el rubro de Traslados Internacionales por Excelencia Profesional.
En 2009 el Comité Municipal de la Feria de León y el Instituto Cultural de León le adjudicó el Primer Lugar en los Premios de Literatura León 2009. En el 2012 organizó y dirigió, con el apoyo del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes y el Instituto Cultural de León, el Encuentro Nacional de Poetas en la ciudad de León. En 2017, 2018 y 2019 viajó y participó en Encuentros Internacionales de Poetas en Chile, Perú y Bolivia. Durante esos viajes impartió conferencias, cursos y talleres sobre poesía en instituciones como la Casa de la Literatura Peruana, el Seminario de Reflexión Poética y Taller de Poesía de La Sebastiana, la Fundación Pablo Neruda, el Programa de Postgrado en Literatura e Instituto de Literatura y Ciencias del Lenguaje Pontificia Universidad Católica de Valparaíso y el V Festival Transfronterizo de Poesía Panza de Oro en Bolivia. En 2018 fue jurado dictaminador del PECDA GTO en el Área de Literatura. En 2020 participó, como invitado, en la Frankfurter Buchmesse (Feria del libro de Fráncfort, Alemania). En 2020 y 2021 fue integrante, en el Área de Literatura, del Comité de Planeación PECDA GTO. También se ha desempeñado como Lector Especializado en Seminario de Poesía Efraín Huerta en 2016 y 2021.
Ha publicado los libros: Pútrida voz (Poemas 2004-2005), ICL, 2007; The City (Poemas, 2009), ICL, 2010; Unheimlich (Poemas 2005-2010), Editorial La Rana, 2011; 12 voltios. Memorias del Encuentro de Arte de León (Poesía), ICL, CONACULTA, 2013; El viaje a la maceta sepia (Cuento infantil), Editorial La Rana, 2016; La corbata y otros ensayos, Editorial Los otros Libros, 2016; Tizne (Poemas 2012-2016), ICL, 2017; Heráclito (Poemas), Editorial Cinosargo, Chile, 2017; Círculos de Agua (Compilación de Jóvenes Poetas de Guanajuato), Editorial La Rana, 2018; Vicios anotados (Ensayos), Marginalia Editores, Chile, 2019; Demócrito (Poemas 2015-2006), Editorial La Rana, 2020; Los colores del diablo (Ensayos), E1 Ediciones, 2021; Mármol (Ensayos), Editorial Cinosargo y Marginalia Editores, 2023 y Pompeya (Poemas 2014-2023), Editorial Almatroste, Bolivia, 2023.
Su obra se ha presentado en ferias de libros internacionales como la Frankfurter Buchmesse, la de Lima, Minería (CDMX), la del Zócalo (CDMX), Guadalajara, Monterrey, Oaxaca, Irapuato, León. Ha colaborado en revistas impresas y electrónicas de México, España, Chile, Ecuador, Venezuela, Perú, Alemania y Estados Unidos. Algunos de sus poemas han sido traducidos al inglés. Junto a Antonio Raúl Karam, dirige el sello editorial Sauvage Atelier. Actualmente se sigue desempeñando como ensayista y poeta.
1.- ¿Cuándo empezaste a escribir poesía y cómo fueron esos inicios?
Cuando tenía 16 o 17 años comencé a emborronar mis cuadernos escolares con poemas ajenos y ripios míos. Me gustaba y sorprendía el latigazo emocional que propiciaba en mí la lectura de versos, de líneas cortas escritas con un lenguaje prominentemente musical. Mis poemas, en ese entonces, eran intentos de emular esos patrones rítmicos, incluso métricos. De mis emociones y experiencias aún no era del todo consciente; Rilke me lo advirtió, por supuesto, no le hice caso. Confieso esta imprudencia porque hubo un tiempo en que creía necesario tener una vida tórrida y desgraciada para escribir. Me metía en problemas para tener combustible, para ver arder el mundo y mi vida. Sólo conseguí chispitas, nada de quemazones, dos o tres chamuscadas más irrisorias que trágicas. Pero insistía en la ejercitación de la escritura. A los 19 años intenté dar forma escrita a mis miserias, a los fracasos constantes por ser un fracasado literario. Fui tímido, aún lo soy; el poema se me presentó como la oportunidad para ventanear mis infiernos mentales, mis constantes declaraciones de un amor cursilón mezclado con brotes de lujuria. Mis primeros poemas están signados por corazones de caramelo colorado y genitales tiránicos.
2.- ¿De entre tus libros de poesía cuál o cuáles te son más entrañables y por qué?
Los libros escritos en condiciones poco o nulamente cómodas. Del 2013 al 2019 trabajé en una caseta de periódicos y revistas. Ahí le di forma a varios libros de poesía, pero también de ensayo. Sin embargo, todos mis libros me resultan entrañables. Cada uno es una puerta abierta que conduce a un apartado de mi vida, de mis obsesiones y limitaciones lingüísticas.
3.- ¿Cómo definirías tu trasformación (o evolución) poética del arco que va de tu primer a tu último libro?
Árbol torcido jamás se endereza. Eso puede ilustrar lo que percibo de mi primer y último libro, sobre todo los de poesía. No he sido formado en talleres de diarrea literaria, aunque, por obligación, he asistido a algunos. Y, debido a esas circunstancias, no he reparado en corregir errores y horrores de mis poemas. Mis poemas no tienen la gracia de un ascenso a una cúspide poética, han ido a pique, lo suyo ha sido despeñarse en un abismo.
4.- ¿Qué idea tienes de lo que debe ser o no ser un poema?
Esta pregunta es difícil de responder, quizá porque supone una preconcepción, un conjunto de prejuicios mezquinos del poema. Y, hasta donde me alcanza la experiencia de lector, cada poema funda, erige y derruye sus propias premisas.
5.- ¿Cómo ha sido tu experiencia como becario del PECDA en tres ocasiones?
En términos creativos, gratificante. Son modestos apoyos que permiten concentrar y atender el trabajo literario. Y, en lo personal, claro, fundar enemistades.
6.- ¿Cómo fue tu experiencia dentro del Seminario para las Letras Guanajuatenses?
Sólo he participado en dos ocasiones como lector especializado en poesía. También tuve a mi cargo la elaboración de una antología (Círculos de agua) que incluyera a los becarios del Seminario. Fue estimulante leer a mis colegas.
7.- ¿Cuáles son tus intereses o preocupaciones como ensayista?
Puedo decir que mis intereses se concentran en lo anodino, en lo pinche. Es decir, en aquello revestido de frugal y poco interesante. Sumo a estos intereses la experiencia propia, el alegato imaginario, la neurosis creativa y la memoria individual y colectiva. No me preocupa la rimbombancia de tal o cual tema; me ocupo, en lo particular, de determinadas problemáticas. Lo mío es la vagancia y el pajareo, encontrar un modo de enunciar mis perplejidades. Y, claro, de paso me doy cuenta de todo lo obsceno de mi ignorancia.
8.- ¿Cómo visualizas el panorama de la escritura en el actual León?
Mira, para evitar raspones, diré que visualizo con la imaginación un panorama muy diverso y rico. Por supuesto, siempre se puede ser más optimista: basta con ir a talleres y ser amigo del o la poeta en boga.
9.- ¿Puedes contarnos algún recuerdo entrañable o particular de tus viajes al extranjero como poeta?
Seré breve, para contarte varias. 1) En un vuelo de Bogotá a La paz me tocó la suerte de ver implementado un protocolo de primeros auxilios para un pasajero que se estaba infartando. 2) En la frontera norte de Chile retuvieron mi equipaje para revisarlo exhaustivamente; sospechaban, dado mi pasaporte mexicano, que estuviera traficando ladrillos de droga, por supuesto, eran libros. Me cobraron impuestos de aduana y me amonestaron por traficar libros. Pocas veces en la vida me han honrado con esos títulos. 3) Conocí y disfruté, gracias a Milvia y a Daniel, el ceviche peruano. 4) En Cochabamba y en La Paz jugué de delantero para un equipo de futbol conformado por puros poetas. Nos enfrentamos a unos niños sordomudos, a unos invidentes y a un equipo del psiquiátrico. En los tres juegos perdimos. 5) Conocí a muchos poetas que hoy admiro, por ejemplo, César Antezana, Jessica Freudenthal, Edgar Solís, Iris Kiya, Juan Malebrán, Rafael Cuevas Bravo, etc. Además, trabé amistad con Gonzalo Geraldo y Juan Carlos Vergara, dos tipos bastantes nerds con los que tengo muchas afinidades.
10.- ¿Cómo es tu relación actual con la filosofía?
Tortuosa, accidentada y tensa. Pero también profundamente alegre. Sigo leyendo prosa esperpéntica, atestada de neologismos innecesarios. Releo a ciertos filósofos de la antigüedad, a sus expertos o intérpretes del siglo XX y XXI y me da gusto saber que mis problemas son añejos, y que sus posibles soluciones son bastante arriesgadas para un tipo tan ordinario como yo.
11.- ¿Cómo ha sido tu experiencia como antologador?
Grata y amarga. Lo primero porque lees y relees a autores de tu interés, de tu gusto. Y también a los que detestas; digo, siempre conviene saber por dónde no irse. Amarga porque terminas por discriminar muchos materiales. Amarga también porque muchos autores, poco sensatos, envían libros enteros cuando sólo les solicitas una breve muestra de trabajo, 15 o 20 páginas. Estos autores me despiertan sospechas vergonzosas: ¿de verdad serán lectores?
12.- ¿Qué estás leyendo en estos momentos?
Leo desordenadamente varios libros a la vez. Leo a autores que pretendo publicar en Sauvage Atelier, el sello editorial que hemos fundado Raúl Karam, Roberto Guerrero y su servidor. Leo, ahora mismo, La búsqueda del olvido (Historial global de las drogas), de Richard Devenport-Hines; El flautista en el pozo (ensayos), de Charles Simic; Cornucopia de México, de José Moreno Villa. Leo, a diario, poemas sueltos de diferentes poetas.
13. – ¿Tienes rituales, manías, horarios o hábitos particulares a la hora de escribir?
Me siento cómodo cuando leo y escribo bajo ciertas condiciones. Por ejemplo, no sé por qué siempre me cercioro de tener bien amarrados las agujetas de los zapatos o tenis cuando me siento a leer o a escribir. Leo y saco notas en el café, preferentemente en la terraza que da al exterior, por donde desfila una buena cantidad de personajes. Escribo a la hora que me pegue la gana, es el lujo de ser un no-empleado, un inexistente para el IMSS y el Infonavit.
14.- Cómo dictaminador, ¿qué ponderas en un manuscrito?
Que esté bien escrito: sólo eso.
15.- ¿Cuáles son los poetas que consideras que más han influido en tu carrera?
No sé qué tanto han influido en mí algunos poetas, lo cierto es que estoy agradecido por haber leído a muchos que nunca me decepcionan. En neto desorden puedo mencionar a algunos: Marcial, Quevedo, Lope de Vega, Fray Luis de León, Anna Ajmatova, Galadis González, César Vallejo, Benn, Celan, Gonzalo Rojas, Enrique Lihn, Leopardi, etc.
16.- ¿Quiénes forman tu pléyade de escritores muertos predilectos?
Todos los autores que leo me parecen bastante vivos.
17.- Como lector, ¿qué valoras en un ensayo?
Que sea un texto honesto, con la debida distancia de modas y temas, prudente en el uso de palabrejas y métodos académicos. Me gustan que tengan un aire de ejercicio espiritual, a la manera en que Pierre Hadot entiende este asunto. Sin embargo, como en los poemas, cada ensayo funda su propia forma, sus propios confines. Y quien escribe con esta conciencia suele tener buena mano a la hora de vagar en sí mismo.