La curiosidad mató al macho (Surdavoz, 2018) de Russell Manzo es un libro de cuentos breve pero sustancial del joven Russell Manzo, que mereció el apoyo del auspicio del Programa de Estímulo a la Creación y Desarrollo Artístico de Chiapas (PECDA-Coneculta), en su emisión 2017-2018. Del resultado, se expresa el prologuista Julio Alberto Pimentel Tort que “No se trata de un grito, de un alarido desesperado e inconsciente [sino que] es la reflexión estructurada desde el cuento que permite a la imaginación creadora referir con dominio a la tradición literaria y, desde ahí, provocar desde su especificidad temática, lo erótico, percepciones y presencias estéticas que profundicen la comprensión de nosotros mismos, más allá del margen, desde el inabarcable sentido de lo humano”.
El libro está dedicado “a los mampos, las maricas, y vestidas… los ‘soplanucas’, las lenchas, los mayates, los chichifos, los heteroflexibles… y bicuriosos. Para todo aquel que vino, y SE VINO, a explorar en este maravilloso mundo.” Con eso nos damos una idea apuntalada del contenido: cuentos de fuerte homoerotismo, donde incluso las figuras hiperviriles se deslizan fuera de su heteronormatividad y se permiten el goce de la carne con varones. Son cuentos traspasados todos por la violencia (del deseo, en primero lugar), pero también por cierta sordidez, ambientes precarios y al margen de la sociedad: allí donde la fauna de barrio revela a flor de piel sus ansias de carne y no teme exponerse a las consecuencias, e incluso al peligro, siguiendo un instinto que se desarrolla hasta una saciedad que no puede ser tal, pues necesitaría multiplicarse al infinito. Bromances, vestidas, maras, bisexuales, jóvenes experimentando su sexualidad, son los protagonistas de estas historias bien narradas y matizadas por el habla popular de los tugurios, suburbios y zonas de depredación a los que se remiten.
Los nombres de los cuentos son “La boca del lobo”, “Mamacito”, “La sureña te respalda”: tres cuentos solamente, pero bien trabajados y que se ubican más allá de la identidad gay para deslizarse entre las movilidades arenosas de lo queer al aparece en ellos deseos y sexualidades que no se adaptan a una norma, y si bien representan ciertos tipos humanos identificables en urbanidad, rebasan categorías de oposición binaria. Así, lo “masculino y “femenino”, lo “hetero” y lo “homo”, devienen licuados y el único sostén de la identidad provisional es el deseo cuya última consecuencia en es el erotismo o el sexo.
El título de cada texto es ya sugerente, así como el del libro en su conjunto, que juega con el refrán popular “La curiosidad mató al gato”, en este caso relacionado en el plano semántico intradiegético con otro dicho que sale a relucir en estos contextos “Una cosa lleva(ó) a la otra”. Así, los deslices, los tocamientos, las miradas, las insinuaciones devienen puertos donde las complicidades se anclan y trenzan en una comunican con su propio universo a través del cuerpo.
Vale la pena resaltar las finas ilustraciones que acompañan la obra, las cuales son xilografías Reynaldo Velázquez, todas ellas de desnudos masculinos.
Un libro que sin duda merece agregarse al acervo valioso de libros de la diversidad sexual que dan cuenta de las últimas formas en México de apalabrar estos campos de sentidos tentaculares.
Russell Manzo (Tapachula, Chiapas; 1989). Él es Licenciado en Lengua Inglesa por la Universidad Veracruzana. Ha colaborado en libros como: Soberbia (Benma, 2015), Viaje a la oscuridad (Lengua de Diablo, 2015), Afectos y disidencias sexuales: jota-cola-maricona en Abya Yala (Mandrágora Editorial, 2018), Interfaz: Antología 2014-2018 (Editorial Círculo de Poesía, 2018). Fue becario del Festival Interfaz ISSSTE-Cultura “Los signos de rotación” Oaxaca (2015). Actualmente, se encuentra estudiando la Maestría en Ciencias Sociales y Humanísticas en la Línea de Discursos Literarios en el Centro de Estudios Superiores de México y Centroamérica (CESMECA/UNICACH), beneficiario Conacyt.